miércoles, 6 de enero de 2010

El futbol te da revancha

Para mi amigo Julio Gancedo...

Lorenzo Fajardo es un chico normal, tiene nombre de viejo pero tiene solo 24 años. El es normal, si, pero raro; dicen que cuando él salio se rompió el molde que lo hizo. No le gusta reconocerlo pero es sensible. No es fachero, mas bien todo lo contrario... y no tiene mucho éxito con las mujeres.
Ese día era feriado y los feriados siempre ponen mas triste a la gente , sobre todo cuando hay problemas en la casa. Viejos quilombos con los viejos... También Lorenzo estaba triste porque Ella le dijo que no una vez mas, cuando por fin parecía que iba a ser si... y si... como en todo cuento, hay una mina que no le da bola al protagonista, pero al final no se la levanta, no te preocupés...
Lorenzo tenía una vieja costumbre desde muy chico. Cuando era muy pero muy pendejo su padre lo empezo a llevar a la cancha a ver fulbo, y digamos que fue amor a segunda vista. Al principio como todo pendejo se ponía a jugar con los papelitos, se iba a pelotudear a cualquier lado y casi ni miraba el partido. Años adelante todo fue al revés: Lorenzo volvía loco a su viejo para que lo lleve a cualquier partido, incluso esos que no definen nada. Hasta un par de veces se escapó de su casa para poder ir a ver algún partido televisado de jueves a la noche que tenía escasa expectativa.
Y ese día jugaba su equipo, entonces y como quien no quiere la cosa, llamó a su hermano y le dijo: Mauricio, venite vamo pa la cancha.
Así que se fueron a la parada del 9 a esperar el colectivo que los llevara a ver ese partido.
Después de mucha espera, al fin llegó el colectivo que tanto aguardaban. Quedaban un par de asientos libres, pero en diferentes partes del omnibus. Mauricio encaró pal fondo, así que a Lorenzo no le quedó otra que sentarse al lado de esa minita que tenía la camiseta trucha de hace 3 o 4 años. Para que te voy a mentir: la mina estaba maomeno nomá, osea para lo que son las minitas que van a ver al equipo que es hincha Lorenzo, es un minón, pero siendo realista y con muho optimismo, zafa.
Quizás porque Lorenzo estaba triste, la mina lo empezó a mirar. O quizás simplemente por que le gustó... quizás en algun momento lo sabremos. Y Lorenzo que no estaba muy acostumbrado a que lo miren, entró en un estado que mezclaba alegría con nerviosismo, con un toque de excitación. De tanto hacerse historias en su cabeza y antes que pudiera decirle algo, llegó el colectivo a destino.
Junto a su hermano ingresaron ambos por puerta 2 al glorioso estadio. El partido era uno mas, el equipo venía bien en la tabla pero no tanto como para decir que peleaba el campeonato. El rival venía pa la mierda.
Pero en el fulbo nunca hay nada escrito de antemano. Los perros esos se pusieron 2-0 arriba a mediados del segundo tiempo, pero la hinchada tiró toda la presión encima y sobre la hora cayó el agónico empate del equipo local. Fue uno de esos partidos en que la hinchada grita y empuja y aunque nunca sabremos si sirve para algo que la hinchada grite, los hinchas siempre se sienten protagonistas.
Salía la gente con toda la euforia de un empate sobre la hora. Lorenzo se dirigió a la parada del colectivo junto a su hermano. Mitad destino y mitad ganas de los, se encontraron, con la mina del colectivo de ida. Con la emoción intacta ella se le animó y le dijo: Estas lindo, pero triste... y Lorenzo no sabía que carajo contestar, nunca había atravesado ese tipo de situaciones, asi que no dijo nada. Ella -vieja loba- se dió cuenta así que tuvo que tomar la iniciativa: ¡que partido! le dijo...si, contesto él, la verdad que esos muertos se jugaron la vida.
Y bueno, así siguieron chamuyando... y como te llamás, y que hacés de tu vida y cuantos años tenés y por que estás tan triste... Sin darse cuenta, el tiempo pasó muy rápido como suele pasar en estas situaciones, y al colectivo no le quedó otra que llegar e interrumpir la charla... Pero ella antes que Lorenzo suba, le dijo, vamos a tomar algo por ahí, y el sin pensar contestó: y bue, vamos...así que saludó a Mauricio guiñandole un ojo.
Después de un par de cervecitas, Lorenzo se pone mas comunicativo. Hablaron de viejos equipos que recordaban ambos, de anécdotas de la cancha, de lo flojo de la defensa y de cualquier otra cosa. ¡El no lo podía creer! por fin podía hablar de fútbol con una mina sin que se aburra o le ponga cara de orto. ¡ Y hasta se acordaba de la "tortuga" Orellano!
Y ya que estaba en esa, empezó a tirar todos esos chamuyos que de otra manera nunca hubieran sido útiles, le tiró un ¡estás mas buena que ganar de visitante! que le robó una sonrisa. Le contó que ese fin de semana había sido mas aburrido que el entretiempo y que con Ella (la que lo pone triste) no iba ni al banco de suplentes.
Y la mina le siguió el juego y le dijo vení, el segundo tiempo lo jugamos en otra cancha y acordate: el fútbol siempre te da revancha. Fueron a " un lugar mas tranquilo" y se golearon.
Al despedirse se dijeron: nos vemos el partido que viene. Los dos sabían que no. El campeonato de ellos ya se había terminado.

2 comentarios:

  1. Gracias Amigo! Lo leí con una sonrisa desde q comenzó hasta q terminó... A los apasionados del "fulbo" como nosotros, estas historias nos acarician el Alma... un Abrazo!

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